Econ. Alberto Azáldegui Gómez
Oficina de estudios económicos y financieros
En la actualidad existe en nuestro país una sensación de incertidumbre y desconfianza cuyos efectos se ven reflejados en las principales variables macroeconómicas, mismas que se vienen deteriorando principalmente desde la primera vuelta electoral y con mayor fuerza luego del cambio de gobierno. La incertidumbre actúa como un veneno para la toma de decisiones de consumo e inversión debido a que los agentes económicos tienen más cautela y postergan dichas decisiones; si nadie compra o invierte, el crecimiento del empleo se frena. Dejando una inestable actividad económica.
Este escenario con expectativas negativas viene afectando el nivel de precios de la economía peruana de modo tal que durante los meses de julio tuvimos una inflación de 1.04%, la más alta de los últimos 52 meses, acumulando al sétimo mes del año una variación de 3,43%; La tasa anual, correspondiente a los últimos doce meses, muestra una variación de 3,95% a nivel nacional.
Uno de los principales motivos del incremento de los precios de los bienes y servicios de la canasta básica , el cual ya se encuentra fuera del rango meta del Banco Central de Reserva (BCRP) es justamente la incertidumbre política, que se manifiesta mediante el incremento del precio del dólar al cual se le suma el fuerte creciente de los precios internacionales en materias primas, producto de la rápida recuperación de las economías más grandes del mundo tales como EEUU y China, nuestros principales socios comerciales.
Cuando existe incertidumbre o desconfianza en la política económica del gobierno, los inversionistas buscan un activo de refugio, el cual puede ser el dólar o el oro, en el caso de Perú, ha existido una venta fuerte de activos financieros peruanos y estos se han trasladado a la compra de dólares, dando como consecuencia una mayor demanda, incrementando el tipo de cambio a los máximos niveles históricos. Al día siguiente de la primera vuelta electoral el dólar cerró en 3.64, hoy el tipo de cambio cotizó en 4.08, eso significa una devaluación del sol con respecto al dólar de 12.08%, esto es lo mismo que decir que el sol perdió valor frente al dólar en la cifra indicada.
Otro elemento a señalar es que un incrementó del tipo de cambio afecta la rentabilidad de algunas actividades económicas debido a los insumos en dólares que utilizan en sus operaciones, por ejemplo, en el sector transporte, el 20% de sus costos son en dólares, en construcción 22 %, manufactura 62%, agricultura 68%. Por lo mismo, esos mayores costos impactarán en sus resultados financieros y si a ello sumamos la pérdida de poder adquisitivo de la población (caída de los ingresos reales) por la inflación, la demanda de bienes y servicios va caer, afectando aun más sus ventas y rentabilidad.
En el caso de los alimentos, el pollo utiliza entre un 66-80% de insumos importados, siendo su principal insumo el maíz, el cual también importamos, en el caso del pan utiliza un 100% de insumo importado, en este caso, el trigo, así como el aceite, cuyo principal insumo es el crudo de soya el cual se importa y se utiliza en un 100% en la producción de aceite. Estos elementos, entre otros generan presiones inflacionarias.
Se debe indicar también que un incremento de los precios afecta principalmente a las familias más pobres debido a que estos destinan un 55% de sus ingresos al consumo de alimentos, mientras que las familias de mayores ingresos solo destinan un 25%, es por ello que la inflación empeora la calidad de vida de la población más vulnerable que al cierre del 2020 era aproximadamente el 30% de la población.
Por el lado del empleo, durante el año 2020 se perdieron 2’ 700,000 empleos aproximadamente, debido al lockdown (cierre económico) debido a la pandemia. Antes de la crisis sanitaria, en el 2019, la PEA ocupada, es decir que la gente que estaba trabajando eran 4’897,000 aproximadamente, al cierre del 2020, esta cifra se redujo a 2’197,900 aproximadamente. Al mes de junio de este año el empleo se viene recuperando y actualmente la población ocupada es de 4’574,900 personas, todavía 6.57% por debajo del año 2019.
Con la crisis sanitaria, se ha hecho más visible la informalidad y la calidad del empleo se ha visto afectada. La Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) al cierre del 2020, la tasa de empleo informal ascendió a 75,3% y el ingreso promedio de las familias disminuyó 11.3% debido a los menores salarios el cual hasta junio de este año se viene recuperando lentamente. Es importante señalar que no solo es importante la recuperación de empleo, sino también la calidad del empleo de modo que permita una mejor calidad de vida de la población.
Por otro lado, de acuerdo a Macroconsult, debido a la incertidumbre y desconfianza actual de los agentes económicos se estima que la inversión privada, que representa el 80% de la inversión total, tendrá un crecimiento cercano a 2.7% y ya no 19.1% como se estimaba inicialmente. Esta situación, de darse, frenará la recuperación económica en la que nos encontramos (crecimiento acumulado del PBI de 13.2%) entre enero y mayo de este año. Un menor nivel de inversión privada, frenará también la recuperación del empleo, impactando en el ingreso de las familias, lo cual llevará a una caída de la demanda y el consumo (componente mas importante del PBI), afectando las ventas de las empresas el cual impactaría en reestructuraciones y despidos, afectando también la recaudación fiscal por el menor dinamismo de la economía.
Finalmente, es necesario recuperar la confianza de los agentes económicos nacionales e internacionales mediante un programa que tenga como base la estabilidad económica y una política fiscal y monetaria responsable, con incentivos a la inversión privada, generación de empleo y mantener una economía abierta e integrada al mundo. De no ser así, nuestra calificación crediticia sufriría un downgrade y el costo de endeudamiento para nuestro país aumentaría, (ello significaría destinar un mayor presupuesto para pagar el servicio de la deuda en desmedro de los servicios que requiere la población) adicionalmente que generaría mayor volatilidad a nuestras variables macroeconómicas afectando nuestra calidad de vida en el presente y futuro.
El dinero no crece en los árboles, el dinero se debe producirlo trabajando.